viernes, 4 de septiembre de 2009

Ese extraño e inacabado sentimiento


“No tiene sentido extrañar cosas que no están, sólo lo que está es lo que hace falta, si algo no está, no sirve de nada” (si saben quien lo dijo, avisen pf)

Cuando alguien nos dice: Te extrañé, en realidad sabemos de qué habla?, si acaso equivale a decir Te pensé, creo yo… por ahí dicen que el sentimiento extrañar es algo así como un sentimiento que te aísla de todo, algo íntimo, que preferimos hacerlo a solas, pero te encapsula y atrapa para extrañar en paz.

El sentimiento extrañar sería entonces algo que te desconecta de todo, es decir ves la vida pasar mientras haces otras cosas, pero no logras engancharte ni con la vida ni con sus cosas, permaneces en stand by, sientes que algo te falta, pero algo específico, incluso puedes funcionar, pero te cuesta el doble de lo que te gastarías en hacerlo si estuvieras completo. Esta parte nomás no la voy a entender nunca (ni quiero) porque el amor no se parece en nada a la dependencia de tener a alguien o algo más para funcionar en la vida, para mí es más sencillo decir: sin ti estoy bien, contigo podría estar mejor, pero la media es estar bien siempre, engancharse a vivir, funcionar adecuadamente con lo que la vida diaria traiga, encuentros y desencuentros.

Dos que se aman se extrañan seguramente; pero también sostengo que uno puede cerrar los ojos (aunque los mantenga abiertos) y extrañar a esa otra persona con la conciencia que allá en algún lugar se encuentra seguramente compartiendo un sentimiento hacia ella; de hecho es la mejor parte del sentimiento, si acaso eso es extrañar, manifestación unilateral de algo que de momento no puedes compartirle a la otra persona pero puedes expresarlo; entonces estamos ante el pensar en esa persona ¿o no?

A veces extrañamos con un sobresalto, pensamos que podemos ser reemplazados en los afectos de la otra persona, es cuando se vuelve un sentimiento incómodo, pero entonces no es más que una manifestación de la seguridad de nosotros mismos; ante esto estamos enfrentados con la inseguridad de quien extraña.

También resulta que se extrañan situaciones, ciertas épocas pasadas de nuestra vida, pero eso pasaría a ser nostalgia, otro sentimiento que arrastra melancolía de que lo pasado fue más placentero. Se extrañan, tal vez, y no estoy segura, personas que ya no veremos más en nuestra vida, porque dejaron de formar parte de ella o murieron; pero igual se tiene el grato recuerdo del tiempo compartido y las causales o consecuentes vivencias, entonces estamos recordando.

Como hay muy pocas cosas en la vida que yo entienda o que me dé la gana entender, sostengo que (estas dos palabras última me encantan, es cuando puedo decir lo que yo quiera y se callan los que la lean) es un sentimiento que es malo o bueno, evitable o deseable, agradable o desagradable, pero inacabado, imperfecto, no se sostiene solito, se mezcla con otros para manifestarse y hacernos saber que ahí está; es un sentir al que nos damos derecho y que a veces gustamos de él, sobre todo si lo consideramos una prueba inequívoca del amor; sólo extraña quien ama y el reconocernos capaces de amar nos hace perdonarnos muchos sentimientos que de otra manera no aceptamos.

Lo de hoy lo escribo porque el niño ratón me hizo pensar que en realidad no extrañamos siempre, a veces pensamos en la otra persona pero sabemos que más tarde estaremos en sus brazos, y no dudo que el ratón me ame más que a nadie en este mundo, simplemente tal seguridad ante la vida y el destino de sus afectos en un pequeño ser, me hace agradecer la lección.

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